En La Central
31 domingo Ene 2010
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in31 domingo Ene 2010
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in26 martes Ene 2010
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arte, cine, Colours of Holocaust, MBBAA, Presentación, Rax, Rubio
Mañana, Javier Fernández Rubio, editor de El Desvelo, y el productor audiovisual Alejandro Trinchant, presentarán la película del polifacético Rax Rinnekangas, Los Colores del Holocausto, en una premier mundial que tendrá lugar con motivo del 65 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. En Santander, simultáneamente con otros 40 centros culturales y museos de Europa y América, la cita tendrá lugar en el Museo de Bellas Artes, a partir de las 18.30 horas.
25 lunes Ene 2010
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25 lunes Ene 2010
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20 miércoles Ene 2010
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El jueves de la semana que viene, a partir de las siete de la tarde, estaremos en la librería de La Central, en el Museo Reina Sofía, presentando ‘B’ y las novedades que están próximas a llegar. Entre los intervinientes repiten el autor, obviamente, y Antonio Notario, que nos encanta. Estamos contentos y agradecemos a la librería la gentileza que tiene por acogernos.
20 miércoles Ene 2010
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Ya tenemos en el horno el libro de Rebeca Le Rumeur, que se llamará ‘Lola Dinamita’, 18 historias de mujeres y hombres. Será el segundo libro de ‘El legado del barón’ y estamos convencidos de que gustará mucho. El prólogo es de Nuria Labari, el diseño de Carmen Quijano y la fotografía de la propia autora.
14 jueves Ene 2010
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Cambiemos de escena.
Se llama Isadora R. Veo algunas de sus fotos en un número
atrasado de una revista de moda.
Saltemos, si te parece, hasta el instante en el que conozco
a Isadora. O a cuando todavía no la conozco.
Ahora la ves, ahora no la ves.
Ahora sé quién es, ahora no.
Se llama Isadora R. Modelo de tercera o cuarta fila. Quizá
la recuerdes. Sobrevoló sobre ella un efímero escándalo que le
llevó a la fama al menos durante diez minutos. Isadora pertenece
a la parte gregaria de las modelos, la menos visible.
La belleza se esfuma rápidamente, se sacude, se agita
bruscamente como el pez que recién pescado vibra con torpeza
dentro de una vieja cesta de mimbre.
(La huida es siempre una buena costumbre, una buena
opción)
Me acerco. Cuento al menos tres bujías en mi camino
hacia ella, esparcidas como gusanos moribundos, mientras
su agente me reclama con desgana. Ahí la tienes, dice. Me
observa durante un par de segundos asomando unos ojillos
graciosos y enrojecidos por encima de las gafas apoyadas sobre
la punta de su nariz.
Enseguida me da la espalda.
Hablamos mientras posa.
No. No me importa.
Su brazo derecho reposa escuálido sobre su cintura.
Mi defecto está en las caderas, dice justo en el instante en
el que se recuesta semidesnuda sobre el capó de un Seat Ronda
totalmente oxidado y agujereado, con los bordes cortantes
como una lata de sardinas mal abierta.
El fogonazo de un flash y el grito desesperado de un tipo
gordo, de cabello acharolado, embutido en un traje caro,
hacen que cambie de postura sobre el mismo capó.
Con su cambio de postura también cambio yo.
¿No es eso exactamente lo que hacemos a diario aquí
dentro?
Si no tuviese estas caderas —seduce a la cámara, flash,
continúa hablando— habría llegado más lejos, mucho más
lejos. Pero esto no lo pongas, no, no lo escribas, hay mucha
envidia, añade mientras señala con su dedo largo y macilento
mi pequeño bolígrafo y sonríe profesionalmente.
Otro fogonazo.
Cambia de lado.
Cambio de lado.
Escribo. Hablo de sus caderas.
No tendría que pasarme el día anunciando llantas de coches,
por ejemplo, o ambientadores contra el mal olor, ni
ridículos peladores de patatas para teletienda.
Ella, sin saberlo, quizá sea la clase media de la moda.
Esa clase que posa en desguaces, mataderos, plantas químicas
abandonadas y malolientes, etc.
¿Sabes? Todo no fue así desde el principio…
El truco para anunciar algo horrendo es llevarlo a un
sitio como éste, a un agujero como éste, así, por contraste, la
fealdad brilla, resalta.
Es como la chica fea que busca amigas aún más feas para
poder destacar. Forma parte de la evolución. En algún lugar
lo he leído.
Me habla de su vida. De sus inicios en esto de ser modelo.
Me habla de su vida, y sí, es cierto, eso me gusta. Sí, me
gusta la delicada forma de envolver sus mentiras, como una
dependienta de manos filamentosas y lentas que se entretuviera
en distraer a su cliente.
Sí, es cierto, la cantidad de veces –dice tras otro fogonazo−
que me lo he tenido que hacer con tipos repulsivos,
supuestos empresarios, modistos, modistas… ¿Asco? No lo
sé…
Mete tripa, querida, grita vulgarmente el director de
arte apartándose de la escena, cabizbajo. Camina observando
el brillo de sus botas de punta plateada. El sol se refleja sobre
ellas con un desprecio que parece agradarle.
No me quiere decir su edad. Mientras me cuenta su vida
realiza, ante el fotógrafo y el director artístico, poses tris-
temente sensuales contoneando su cuerpo, mordiéndose la
yema del dedo índice, apartándose el cabello…
Apenas hay luz ya. Los últimos rayos rebotan contra la
luna de un desvencijado Mercedes Benz ¿amarillo? La erosión
de este paisaje es lenta, pero definitiva.
El viento comienza a levantar finas motas de grava que
metódicamente nos envuelven. Desde la suficiente distancia
pareceremos seguramente fantasmas entre coches fantasmas.
Cuando termina se pone una bata rameada, horrible.
Me dice casi soy feliz, y sonríe. Se unta luego la cara con una
crema viscosa llamada Presemce. Me lo enseña sin dejar de
dibujar, como un tic, ese gesto de extraña dicha en su boca.
Tiene los dedos y la barbilla embadurnados de esa masa viscosa.
Es cierto. Mira −me acerca un tarro a la cara−. Es un
preparado con semen de cerdo. Pre-Sem-Ce. ¿Lo ves? El
semen de cerdo retrasa el envejecimiento.
Se detiene en cada una de las sílabas para poder sonreír.
Deformación profesional.
Utiliza las sonrisas como comas en una frase muy larga.
Anochece. La gente comienza a salir de allí apresuradamente
como ratas ante el sonido de una flauta.
Ella sostiene como un pequeño trofeo el semen de cerdo
en su mano.
Tengo un gato, añade mientras recoge sus cosas. Es el
tercero o el cuarto en dos años. Me olvido de ellos −ríe− a
veces se escapan, otras se mueren.
Nos despedimos con dos besos silenciosos. Siento entonces
en mi cara la pastosa forma del semen de cerdo.
Su agente me da el material que necesito.
Gracias.
Sí.
Adiós.
Su problema está en las caderas, pienso en ello mientras
se aleja. La observo. El vaivén de su cuerpo al caminar hace
que vaya dejando paréntesis sin cerrar en el aire.
Al fin, pasadas las horas, salgo lentamente de allí, mientras
la noche comienza a caer sobre nosotros como un pesado
y descuidado toldo negro.
De camino a casa recuerdo haber pasado muy cerca de
una granja porcina y haber sonreído como ella y haber sentido
envidia de los cerdos.
¿Era esto lo que hoy querías oír?
Podemos ir si quieres a cuando era joven y periodista y
casi era feliz. Podemos incluso ir más atrás: antes de conocer
a Isadora R., cuando era
otra persona.Podemos regresar al desguace.
Más atrás.
Más.
Un contrapicado.
Podemos incluso sentir el olor de los coches abandonados.
El olor de la humedad sobre las llantas agujereadas…
Sí. Vayamos más atrás.
Más.
Rebobina.
No. No sé dónde está mi hermano.
07 jueves Ene 2010
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El Confidencial ha publicado una reseña sobre nuestro, y de Alberto Santamaría, libro ‘B’, de lo cual estamos encantados. Os invitamos a leerla.
http://www.elconfidencial.com/libros/alberto-santamaria-b-ediciones-desvelo-20100107.html
07 jueves Ene 2010
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Ainara Bezanilla y Pati Argumosa acaban de abrir librería en Santander. Se llama Mundanalrüido y es muy especial. También son editorial y tienen muchas actividades. Las deseamos mucha suerte, aunque no creemos que les haga falta porque son muy buenas. Una de las actividades es un taller de encuadernación, que tendrá lugar este mes. Publicamos la convocatoria:
«La red de bibliotecas municipal es la base de toda cultura ciudadana»
04.01.10
Almundena Ruiz/Santander
Miembro del Foro de la Cultura de Santander, considera que «leer es más importante que estudiar»
Ainara Bezanilla, miembro del Foro de la Cultura de Santander, vinculada al grupo Peonza y a proyectos en torno a la gestión cultural y la literatura, es, junto a Pati Argumosa, el ‘alma mater’ de ‘Mundanalrüido’, un espacio dedicado al libro que acaba de abrir sus puertas en la calle San Celedonio. Desde esta singular atalaya, Ainara Bezanilla reivindica el placer de la lectura, porque considera que si no lees «tú te lo pierdes». Afirma que «leer es más importante que estudiar» y cuando los padres se preguntan porqué sus hijos no leen lo que quizá tendrían que cuestionarse es de cuanto tiempo disponen para que lo hagan.
-¿Qué es ‘Mundanalrüido’?
-Es una librería, pero con un concepto un poco especial. Trabajamos con libros y con artes aplicadas. No sólo el libro como tal. Trabajamos el libro de artista, la ilustración, las ediciones especiales, cuidadas… y también todo lo que se deriva del libro como tal: entresacamos las palabras por un lado y la imagen por otra. Muchos de los objetos que tenemos están hechos por distintos ilustradores. Además, ‘Mundanalrüido’ es también un editorial, un editorial en la que estamos asociados a Estudio de Diseño Besual. Tenemos un libro en el mercado, ‘Dragón’ de Alberto Iglesias, con ilustraciones de Ana Mer y en breve sacaremos un segundo libro de poesía.
– ¿El público infantil es el principal destinatario de su oferta o bien se dedican a todo tipo de lectores?
– No estamos dedicados exclusivamente al reino infantil. Precisamente ese es uno de los conceptos que trabajamos: la ilustración no pertenece únicamente al mundo infantil, sino que trasciende en edad.
– ¿Qué pretende ofrecer este nuevo espacio dedicado al libro?
– Nuestra intención no es ser diferentes sino hacer lo que nos gusta. Somos muy tendenciosas y tenemos muy claro lo que nos apetece tener en nuestro espacio. No es una visión comercial a la antigua usanza. Es un escaparate de nuestra forma de ver las cosas y de hacerlas. Sabemos que hay espacio en Santander para este tipo de propuestas y lo tenemos totalmente demostrado con todo el trabajo que venimos realizando. Se trata de dinamizar el concepto del arte y de los libros, que no son departamentos estancos, sino que se interrelacionan. No hace falta tener una librería llena de libros, pero sí nos aseguramos de que cada libro que hay está escogido, nos gusta y responde a un criterio. No es el criterio de que es bonito, ni mucho menos, porque para gustos se hicieron los colores, sino un criterio de calidad. Reivindicamos que no vale cualquier libro.
– Tradicionalmente España ha sido un país ‘poco lector’. ¿Puede cambiarse está tendencia?
– Yo no soy nada paternalista con el asunto. Me parece que los medios deben estar ahí, debe haber esa existencia de recursos: la red de bibliotecas debe ser dinámica y los mediadores implicados, tanto los docentes como los progenitores, los bibliotecarios o quien quiera que esté en la labor debe tener una conciencia social del asunto. Pero hay un momento para mediar y lo que pasa ahora es que dicen: «los niños no leen». Pero bueno y ¿qué momento le dedicamos, qué momento les dejamos para que puedan disfrutar con la lectura entre la clase de inglés, la extra de matemáticas y la de más allá?. Leer es más importante que estudiar. No es algo que puedas echarte luego las manos a la cabeza y decir: mi hijo no lee. Tú tienes que proporcionarle esas opciones y luego, si él las escoge, muy bien y sino, tu te lo pierdes. No es algo de lo que tengas que convencerle. La lectura en ese amplio sentido. La comprensión lectora por encima de todo y aprender a valorar un libro ilustrado, un cómic, cualquier libro de diseño eso es lectura, no sólo una novela. Como esa necesidad que tenemos ahora de adaptar los clásicos, en la que no creo en absoluto. Si tienes una madurez de comprensión lectora podrás leer a Lope de Vega, ‘La Celestina’ o ‘El Quijote’ pero si no la tienes, es tu problema o si no es que no te motiva. No pasa nada. Todos no tenemos que pasar por lo mismo, no todos tenemos que pasar por lo mismo, ni tenemos porqué adelantárselo a los niños. No tenemos por qué hacer una versión caramelizada de ‘El Quijote’ o algo por el estilo. Si adaptamos todas las palabras y las suavizamos, empobrecemos el lenguaje.
– Algunos estudios señalan que es en la adolescencia donde se pierde el hábito lector.
– No podemos decir este mes he leído un libro o este año he leído cinco. Si tú este año has leído cuatro libros y unas páginas de uno de ellos te han supuesto algo, qué necesidad hay de medirlo con parámetros numéricos. No existe esa necesidad. Esa es la vuelta de tuerca: no tanto la cantidad como la calidad de lo leído y de lo comprendido.
– El libro electrónico ya está ahí. ¿Cómo puede afectar al libro tradicional?
-Creo que fetichistas para el tacto y el olor del papel van a existir siempre y si a alguien le resulta más cómodo tener en su libro cinco novelas, pues vale. Todo es perfectamente compatible. No me parece que haya que tenerle miedo desde el sector de las librerías y mucho menos nosotros, porque cualquiera de estos libros metidos en el ordenador pierde su encanto. Yo no creo que haya que demonizar nada, pueden convivir perfectamente. Puede se útil e interesante.
– Alcanzar el objetivo de la capitalidad cultural para Santander, ¿qué podría aportar a la ciudad?
-En primer lugar es poner una ciudad en el mapa y luego poner la atención sobre determinados aspectos que en muchos momentos han estado denostados en la ciudad. Por ejemplo, mi labor fundamental en el Foro de la Cultura de Santander, en la Comisión de Letras, es la Red de Bibliotecas Municipales. Me parece que es la base de toda cultura ciudadana: una red de bibliotecas dinámica y fructuosa, que la gente la sienta como suya y participe en ella. Lo más importante de todo es que en un momento determinado digamos: «y las bibliotecas ¿cómo están?», que nos parezca importante, no sólo para cubrir expediente sino por necesidad ciudadana. No se trata de lo que tenemos ahora, sino de lo que podemos llegar a ser y todo pasa por una base ciudadana: bibliotecas, centro cívicos y porque los agentes culturales se sientan motivados.
– ¿Qué opinión le merece la actual Red de Bibliotecas de Santander?
– La red actual está formada por cinco más una sexta que va a abrir en Nueva Montaña pero que aún carece de fondos. Realmente ninguna de ellas llega a reunir las condiciones mínimas ni por espacio, ni por fondos, ni por personal. Estamos en otra liga. Partimos de un nivel muy bajo, no existen las infraestructuras físicas, las expurgaciones no se han hecho por personas expertas, no se están dinamizando las bibliotecas como se deben. Como ciudad similar, en San Sebastián te tropiezas con las bibliotecas por la calle, no tiene nada que ver con Santander.
05 martes Ene 2010
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La revista digital Afterpost ha publicada una amplia reseña de ‘B’, la cual nos permitimos reproducir íntegra.
La historia es sencilla: un hombre habla/cuenta/relata/muestra una serie de hechos delante de una cámara, ayudándose casi exclusivamente de su memoria. Éstos nos suscitan muchas preguntas, ¿Quién es?, ¿Quién es B?, ¿Por qué…?, ¿Cómo…?, ¿Cuándo…? Afortunadamente este libro no contiene las respuestas, ya que de lo contrario seguiría la estela de tantísimos textos que en nuestros tiempos continúan abusando de modelos medievales, renacentistas, o barrocos, basándose en el enigma y desprendiendo moralidad. Sobra decir que en B no encontramos ni una cosa ni la otra, solo una obra literaria de altura.
TRABAJOS DE PERCEPCIÓNUna de las particularidades de este libro reside en la capacidad imaginativa del narrador y en el uso que, al servicio de ésta, se hace de la memoria -en lugar de ser una simple herramienta arqueológica-. El proceso perceptivo se sitúa aquí justo en el momento en el que el narrador está delante de la cámara y nunca se traslada a los momentos previos, a aquellos que generaron la imagen en la memoria. De esta manera lo que se produce son siempre imágenes nuevas y no reconstrucciones de otras preexistentes. Así, el momento de la narración es el único que nos ocupa, aparcando el resto de imágenes, que permanecen en la memoria esperando a tomar forma. Karl Wallenda, uno de los personajes a los que alude el narrador, dice: “estar en la cuerda floja es vivir, todo lo demás es esperar”.Y ahora, esta misma sentencia podría ser aplicada a las imágenes que surgen de la memoria, en tanto que materia, para volver a vivir. Nacen, una vez más, para conformar un nuevo territorio, un nuevo paisaje que necesita ser observado como único. Charles Wright decía que es imposible mirar dos veces el mismo paisaje, que a pesar de que las frutas sean de temporada, solo podemos verlas en un instante determinado. Y es que hay bastante diferencia entre recordar y traer al presente, pues son dos trabajos sensiblemente diversos. Por eso el sistema perceptivo acaba por imponerse, haciendo que cada nueva imagen-paisaje siga un proceso común: desde la individualización de los bordes, pasando por la agrupación de las formas geométricas y su estructuración, hasta una representación estructural particular y su consiguiente comparación con el repertorio mental de representaciones donde es reconocido como objeto real. Ya después aparecerán y se diferenciarán las características que lo identifican como objeto-paisaje único. Con este sistema lo que se pone de manifiesto es la capacidad de cada fragmento para erigirse como un todo, además de dotar a la obra de una estructura, generada gracias a la repetición del proceso. Lo importante, como sentencia uno de los personajes sería “el hecho de que estuviese ahí, en ese instante, junto a él y para él. Lo demás, piensa, son historias”Este trabajo perceptivo es llevado hasta sus últimas consecuencias, en las que naturalmente la memoria tiene mucho que decir. Incluso, en los momentos en que pudiera parecer que está siendo descartado, también se pone en práctica: “La luz del verano, ese extraño sol que aparece en el norte a ráfagas, hace brillar intermitente y aleatoriamente algunas de sus partes como si lanzasen pequeños mensajes en morse o en algún extraño idioma inventado para despistar al enemigo, indescifrables y brillantes siempre al ojo humano” . El proceso es el mismo que el descrito anteriormente, en este caso, llegando a la posibilidad más abstracta de todas, que sería la constatación de un lenguaje diverso, ubicado junto al resto en situación de armonía.LAS MÁQUINAS DEL SENTIDOLa modelización llevada a cabo por el narrador sería equiparable en muchos aspectos a la desarrollada por la cámara de video. Ambos elaboran sus productos sin un sentido general anterior, se sirven del fragmento y no poseen la necesidad de adecuarse a una idea de conjunto. Consiguen registrar lo que pasa por delante, sin elegir, fijando imágenes. Así, en este texto, diríamos que el impulso del sentido se volcaría en cada fragmento, dejando la labor de generar un sentido (o muchos) al lector. Esto nos llevaría a hablar de todas las derivas potenciales de la obra, pero ahora no nos interesa eso; lo importante de todo ello es el nuevo binomio de necesidad que se genera entre el fragmento y el conjunto que forma la obra, entre la cámara y el narrador, entre las historias y su forma. Así, el personaje B que surge de la cita de Warhol “Me despierto y llamo a B. B es cualquiera que me ayude a matar el tiempo. B es cualquiera y yo no soy nadie. B y yo. Necesito a B porque no puedo estar solo” podría ser cualquier reverso imaginable o por imaginar. O bien podría ser que todo sea literatura y que haya algún lector que se lo esté creyendo… sí, B eres tú, o yo, o todos nosotros.
Entonces, la memoria del narrador no eclipsaría el sentido de la historia con su pasado, sino que se erigiría como proveedora de recursos, que ahora son utilizados en la nueva forma regida por el azar. Una manera de proceder similar a la de una cámara de video puesta en plena calle; podemos predecir lo que pasará por delante durante un periodo de tiempo determinado, pero el resultado de conjuntar la memoria y la grabación es totalmente azaroso en la nueva conceptualización: “El azar no es lo opuesto al orden, no es una respuesta a la casualidad. El azar es lo que aún no ha empezado. El azar no es exactamente el caos ya que dentro del caos existe una posibilidad de orden. El azar, sin embargo, es el principio, es la imposibilidad misma de un orden, es la nada. El azar es no desear que exista un orden.”
LO QUE QUIERES OIRDe este modo encontramos un hilo conductor, muy fino, apenas presente pero que sin embargo puede otorgar al relato un breve punto de unión. Se trata de la interpelación del narrador preguntando o preguntándose a sí mismo “¿Éste sería un buen resumen de lo que quieres oír?”; “¿Era esto lo que hoy querías oír?” Acaba por ser un indicador del virus de sentido que persigue al narrador y, en otro orden, al lector. Mediante la interpelación se procura atar cabos, recordando al lector que debe construir su historia. El propio narrador duda de su proceso, por ello necesita el punto de apoyo, porque detrás de la cámara no hay nadie, solo él, que ni siquiera percibe cómo está quedando, ni cómo está siendo registrado. Probablemente, por su cabeza esté pasando la idea de que después verá el video (lo leerá en el otro plano mencionado) y que será ese el momento en el que cree el nuevo sentido, -seguramente ese general que no posee el relato-. Pero no debemos olvidar que está trabajando el detalle y debemos pensar también en la cámara. La ubicación de la cámara no es un acontecimiento accidental, estaba allí antes que el narrador. En este caso él sería B, el contrapunto a la máquina. O bien, esta interpelación al tú podría interpretarse como la puesta a prueba del binomio lector-narrador y no lector-obra, como habitualmente ocurre y se da por descontado. Por todo ello, el texto termina con la frase “Háblame de ti”, otorgándole al tú el protagonismo que ha acaparado durante todo el relato.LA MUERTE DE LA IMAGENLa estrecha relación con la muerte que mantienen todos los personajes del texto es lo que sustenta a su vez a las imágenes de las que hablábamos anteriormente. En el desarrollo de éstas está presente su muerte y, al igual que nos ocurre a nosotros, las imágenes apenas tienen tiempo de re-conocerse. De ahí lo paradójico de atribuir un sentido, ya no solo único, sino permanente a las cosas: “algo parecido a despertar en medio de una película. Todo parece tener un sentido a tu alrededor, todo parece ajustarse a un guión, todo parece saber qué hacer, pero ¿y tú?”.Más que de la muerte de la imagen habría que hablar de la muerte de lo fijo, ya que ni siquiera la muerte acaba por tener un espacio, un signo, una lectura. Aunque, como es de esperar, con ello no se pretende defender la muerte del significado, sino solo de lo estático: “Lo importante de la huida no es la desaparición en si misma, es decir, el fin del relato, sino al contrario: el estado permanente de la huida. No es el estado de desaparecido sino el proceso de desaparecer lo que se busca”PABLO LÓPEZ-CARBALLO